La única posibilidad que queda es seguir caminando. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Que sople el Espíritu y que sople y sople!
Ruah es la palabra hebrea con significados de “viento, aire, brisa, aliento, soplo, espíritu”, y se encuentra muy cerca del pneuma griego: es el viento original y misterioso, omnipresente; es el aire, realidad divina en la que se asienta todo lo que existe: soplo de vida.
Se llama «inhabitación trinitaria» al misterio por el cual la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) habita en el ‘corazón’ de la persona que está en gracia («Templo del Espíritu Santo» en relación con la ‘Chispa Divina’ de cada persona).
En el seno de la Trinidad, el Padre engendra al Hijo (‘Principio Crístico’ que es como el ‘Alma Universal’, el ‘Hijo del Hombre’. Podemos leer: “Yo y el Padre somos uno.” [Juan 10. 30]). El Hijo es engendrado pero no creado por el Padre, mientras que el Espíritu Santo no es tampoco creado ni engendrado como el Hijo sino que “procede” del amor mutuo entre el Padre y el Hijo. Así, la espiración o exhalación de ese soplo amoroso que procede del Padre y del Hijo da lugar al Espíritu Santo.
Los ortodoxos griegos afirman que el Espíritu Santo procede únicamente del Padre. Pero esto crea un problema de imposible solución teológica y es que las personas divinas no pueden distinguirse por algo absoluto, sino relativo, pues la naturaleza divina no sería una misma en todas ellas.
Sobre los conceptos de dones o talentos espirituales existen similitudes y diferencias. Ambos son regalos de Dios. Ambos incrementan su efectividad con el uso. Ambos son para ser usados en beneficio común. En 1 Corintios 12. 7 se puede leer que los dones espirituales son otorgados para provecho común (ver más abajo). Así como los dos grandes mandamientos sobre el amor a Dios y a los demás. [Mateo 22. 37 y 39] (ver: Cuántica y espiritualidad cristiana: Amor)
Como dijimos antes, al Espíritu Santo se le experimenta como “fuerza” (fuerza del Espíritu Santo o fuerza del Amor). La espiritualidad es la acción del Espíritu Santo. Todo lo anterior es aplicable a cualquier persona sin importar su ideología o creencia.
A una persona (sin importar su creencia en Dios), le es dado un ‘talento natural’ como resultado de una combinación genética o epigenética (p. ej, la habilidad natural para la música, arte o las ciencias) en su adecuado medio (p. ej. crecer en una familia que aprecia la música ayudará a los hijos a desarrollar un talento por la música, cabría decir lo mismo para el arte o las ciencias). Los ‘dones espirituales’ son dados a todos los creyentes (p. ej. al poner nuestra fe en Cristo). En ese momento, el Espíritu Santo le otorga al nuevo creyente el/los dones espirituales que Él desea que tenga [1 Corintios 12. 11].
Sobre los dones o talentos del Espíritu Santo nos hemos referido anteriormente a San Pablo: «A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. A uno se le pueden conceder, por medio del Espíritu, palabras de sabiduría; a otro, palabras de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, en el mismo Espíritu; a otro, carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de hacer milagros; a otro, don de profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, facultad de hablar diversas lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, que las distribuye a cada uno en particular según su voluntad.» [1 Corintios 12. 7-11]
«Así como el cuerpo es un todo teniendo muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. […] El cuerpo no consiste en un solo miembro, sino en muchos. Si el pie dijese: Yo no soy la mano; por eso, no soy del cuerpo, ¿acaso dejará el de ser del cuerpo? […] Hay, pues, muchos miembros, pero un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: no necesito de ti; ni la cabeza a los pies: No necesito de vosotros. Antes, al contrario, los miembros del cuerpo que parecen los más débiles, son los más necesarios […] Si un miembro sufre, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es glorificado, todos los otros se congratulan por él. Ahora, vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno, de su parte, es uno de sus miembros.» [1 Corintios 12. 12-27]
«Jesús le respondió: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él». [Juan 14. 23]
«¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario.» [1 Corintios 3. 16-17]
«A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu Santo». [1 Juan 4. 12-13]
Las personas que comparte la misma Fe, aunque conociéndose poco o nada, sin importar la distancia a la que se encuentren, están unidas por un vínculo espiritual del Espíritu Santo, que trasciende el espacio y el tiempo. Por la “Comunión de los Santos”, estamos unidos de tal manera que nuestros actos e intenciones pueden influir en nuestros hermanos en la Fe en el presente, el pasado y el futuro.
La acción iluminadora del Espíritu Santo nos da una intuición de las verdades reveladas es decir, el don del entendimiento. Así mismo, el Espíritu Santo que nos da a conocer de una manera pronta y segura lo que conviene hacer, especialmente, en las cosas difíciles, por una especie de intuición sobrenatural.
La consciencia transpersonal se canalizaría principalmente a través del inconsciente personal utilizando mecanismos en los que dominaría el aspecto intuitivo del ser humano. [Jäger, W. 2006]
El fenómeno físico de partículas entrelazadas y sistemas macroscópicos de partículas en entrelazamiento de estados cuánticos, aunque separadas se llegan a comportar como una, pareciendo que tuviesen una “comunicación instantánea” entre ellas, arroja algo de luz sobre uno de los posibles mecanismos físicos de los que se podría valer el Espíritu Santo en beneficio del ser humano.
Como se comentó anteriormente, en la actualidad, se está considerando la posibilidad, a la vista de los trabajos enumerados con anterioridad, que la consciencia transpersonal pudiera tener una faceta de naturaleza no-local (ver: no-localidad)