Percepción Extrasensorial.

La ciencia, lejos de dogmatismos, ha de saber albergar una duda razonable. La experiencia que no se consigue en base al discernimiento se hará por la vía del sufrimiento. (Thomas S. Kuhn)

Se llama percepción extrasensorial (PES), también conocido como «sexto sentido« (intuición), a la supuesta percepción de información no obtenida necesariamente a través de los cinco sentidos especiales (visión, audición, tacto, olfato y gusto). El término fue adoptado por el botánico J. B. Rhine y el psicólogo J. G. Pratt, trabajando ambos en la Universidad de Duke (Carolina del Norte en EE. UU.) hacia 1934 y, así mismo, desde 1957 el físico y bioquímico Milan Ryzl de la American Association for the Advancement of Science (AAAS) investigó las distintas capacidades psíquicas de la PES, como la telepatía, radiestesia (psicometría), clarividencia, etc. Los numerosos experimentos realizados en la Universidad de Duke y en la AAAS arrojaron resultados estadísticamente significativos, lo que llevó a los anteriores científicos a demostrar la realidad empírica de la PES (desde luego, sin llegar a ser una ciencia exacta). [Rhine y Pratt, 1979] [Ryzl, 1970]

Para un mejor entendimiento de este tema sería interesante adentrase en los conceptos de biocampo o biofotón (campo electromagnético biológico de muy baja intensidad) – energía – y de los procesos cuánticos de entrelazamiento (macroscópico) -información-.

El biofotón es el «cuanto» (paquete) de energía asociado al biocampo (campo electromagnético asociado a la célula), en el rango de la luz visible, infrarrojo cercano y ultravioleta cercano (distintos de los fotones asociados a la radiación térmica de seres vivos). Más concretamente, los biocampos (y biofotones) son campos electromagnéticos biológicos (con cierto grado de coherencia espacial y temporal).

Los procesos cuánticos macroscópicos son estados cuánticos de un sistema macroscópico (de muchas partículas) con coherencia de fase entre sus funciones de onda (estados), con una capacidad de establecer y conservar un entrelazamiento de algún estado cuántico.

Para poder entender mejor las implicaciones de los procesos en los que intervienen biocampos (y biofotones) se deberán realizar más investigaciones sobre los mecanismos físicos que median en esos procesos. Es decir, se precisaría del desarrollo de un modelo físico en el que entren a formar parte biocampos, biofotones y mecánica cuántica (así como un entendimiento más profundo de la «consciencia» de los seres vivos). [Kafatos, 2015]

El biocampo se basa en la idea de que todo objeto o sustancia física es capaz de emitir o absorber energía electromagnética. Es decir, las diversas moléculas y átomos pueden estar en diferentes niveles de energía pudiendo interaccionar con fotones (absorción o emisión).

En 1913, el físico Niels Bohr explicó la existencia de los espectros atómicos, en donde los electrones que rodean al núcleo atómico pueden estar en diversos niveles discretos de energía: dando sentido a los espectros de emisión y absorción de energía que se observa en el laboratorio.

Por otro lado, los campos electromagnéticos (energía) de la misma frecuencia pueden interaccionar entre sí produciendo fenómenos de interferencia (constructiva o destructiva, según sus fases). Además, si la frecuencia es la adecuada (dependiendo de la estructura del material) puede haber un efecto de resonancia (una determinada frecuencia es capaz de mantenerse durante un cierto tiempo, mientras las otras frecuencias se van atenuando). Esto permitiría un verdadero intercambio de información entre dos puntos.

Existen múltiples evidencias empíricas sobre la posibilidad de que un ser vivo «perciba» la localización de otro ser vivo, de materia, de energía o simplemente de información (de algún tipo), sin importar su lejanía, mediante la percepción extrasensorial (PES). Mediante técnicas de radiestesia (psicoestesia o psicometría) se puede detectar y cuantificar determinada información y/o radiaciones (electromagnéticas) característica de los seres vivos y lo material (campos de información: biocampos, entrelazamiento cuántico macroscópico, campos cuánticos, etc.); aunque es cierto que no se conocen completamente las bases físicas de la radiestesia (como un tipo de percepción extrasensorial). De lo que sí hay evidencia es que mediante una adecuada preparación, muchas personas han usado la radiestesia como una técnica de tipo puramente intuitivo para conseguir respuestas que implican información fuera del alcance puramente sensorial. Existe abundante documentación empírica que respaldaría lo anterior a lo largo de los últimos siglos.

La intuición es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la única intervención de la razón. A modo de ejemplo habría que tener en cuenta el hecho del llamado «ojo clínico» en medicina.

El ojo clínico es una intuición (Gregorio Marañón decía que el ojo clínico es el ‘arte de la intuición’), es decir, algo que se manifiesta sin reglas fijas con un toque de creatividad. Los médicos pueden tener la memoria llena de casos de enfermos que, a pesar de haber sido diagnosticados ‘objetivamente’ de una u otra cosa, comienzan a mejorar a partir de la impresión médica (presencia médica) sobre su cuadro clínico (efecto placebo o nocebo) y del adecuado tratamiento, aunque no encajen plenamente con los protocolos derivados de un análisis, una radiografía, un TAC (Tomografía Asistida por Computador) o TC (Tomografía Computerizada) o de una RMN (Resonancia Magnética Nuclear). Naturalmente, el ojo clínico no sucede al azar, no es un don que tengan unas personas visionarias y otras no posean, sino que para que pueda darse es necesario tener una formación adecuada y una extensa experiencia en el trato de enfermos de todo tipo; es decir, haber observado la evolución de unos y otros, y haber extraído de todo ello las oportunas conclusiones.

Sin embargo, es necesario admitir que algunas personas pueden ser capaces de «intuir» enfermedades de una manera tal que pudiera entrar en aparente contradicción con lo comentado anteriormente. Así mismo, hay animales muy «intuitivos», algunos perros son capaces de husmear la necrosis en un enfermo e incluso su agonía.


Como conclusión de lo dicho sobre el ojo clínico, haber cursado la titulación de medicina no sería suficiente, sería necesaria, además, una experiencia universal, haber tenido una gran vivencia en distintos entornos, así mismo, haber reflexionado sobre cada situación, haberse planteado distintas hipótesis y haber sido capaz de descartar las irrazonables o mal fundadas, para lo que hay que seguir, durante mucho tiempo, cada situación, teniendo en cuenta que la posibilidad de equivocarse al principio es muy alta.

Según la mecánica cuántica, en cierto sentido, la mente condicionaría la experiencia exterior (con la observación y/o medida), ya que todo se podría reducir a campos de energía o a campos de información, de modo que nuestro pensamiento alteraría ciertos aspectos nuestra realidad. Así pues, de alguna manera, el radiestesistia (o tele-radiestesista) bien entrenada, mediante el uso práctico de la intuición (desde la relajación, motivación y visualización mental del objetivo), podría establecer las adecuadas correlaciones con aquello que sea de su interés, a modo de un «entrelazamiento cuántico», siendo claramente un proceso no-local. [Kauffman y Radin, 2021]

Según escritos antiguos de diversas tradiciones, estamos familiarizados con la idea de que tenemos múltiples cuerpos (físico, energético, astral, espiritual, etc.) En la tradición hindú, por ejemplo, se tiene el cuerpo físico y también el cuerpo pránico o cuerpo sutil, que es nuestro cuerpo energético. En el cristianismo se tienen cuerpo y espíritu, donde en el interfaz entre ambos se encuentra el cuerpo energético. Algunos lo llamarían cuerpo Qi o cuerpo de energía vital que alimenta al cuerpo físico.

En la actualidad se postula que la relación entre información, biocampos, biofotones (y energía Qi), en un contexto cuántico coherente (de estados entrelazados), podría ser un fundamento de la PES.

Desde el enfoque anterior, sería muy interesante estudiar más a fondo las posibles relaciones entre los conceptos de información, biocampos y biofotones de dos seres vivos en localizaciones separadas, permitiendo así comprender mejor el fenómeno de la radiestesia.

En 2004, Ervin László propuso la existencia de un campo Psi (campo cuántico del vacío) -campo cuántico de información-, que es de naturaleza no local. Este campo se basa en una propuesta que en su momento hizo David Bohm. [László, 2004 y 2012]

Así mismo, otro enfoque de la radiestesia se podría hacer desde la idea del panpsiquismo.

Según el panpsiquismo, la consciencia no es un rasgo exclusivo del ser humano, ya que todo lo existente tendría algún tipo de consciencia. Es como si el universo ayudase a dar forma a la consciencia humana y que, a su vez, nuestro ser permitiese una evolución del universo, dando como resultado a algún tipo de entrelazamiento cuántico entre la consciencia y el cosmos. [Stanford. Panpsychism. 2001]

En el concepto del panpsiquismo, la idea de que la consciencia existe en todas partes, ha recibido cada vez más apoyo (incluso de la comunidad científica) a medida que nuestra capacidad de observación ha aumentado. Mirando al espacio exterior, se descubrió que lo que en un principio se pensó que eran más estrellas, en realidad eran más galaxias. Mirando hacia el espacio interior, mientras exploramos la naturaleza de la materia subatómica, también encontramos que, en cualquier rincón extremadamente pequeño, la consciencia podría hacer brillar su luz, habiendo siempre más materia por descubrir. Es como si la consciencia aportase información y animase a la materia en todos sus niveles de observación (incluido el de la mecánica cuántica). 

Hasta hace poco, la mayoría de los radiestesistas (monjes, ingenieros, etc.) imaginaban que la base de esta habilidad podría ser una debilísima radiación. Quizás no sea del todo así, además de un campo electromagnético, la naturaleza se comportaría como un “campo de información” en el que, de algún modo, todo está relacionado de forma cooperativa e integral (los seres humanos se relacionarían de forma intuitiva en un plano inconsciente).

Considerando la casuística de la telepatía, se han llevado a cabo interesantes trabajos que tienen en cuenta las correlaciones de señales eléctricas cerebrales (con EEG y potenciales evocados). En estos experimentos se midió la actividad eléctrica cortical cerebral de parejas de personas en aislamiento. Se estudiaron las posibles correlaciones significativas cuando un miembro de la pareja estuviese expuesto a una señal de audio, destellos de luz u otros estímulos capaces de generar alteraciones eléctricas. En uno de los primeros experimentos realizados en 1965 por Duane, realizados con parejas de gemelos, arrojaron resultados significativos, que fueron publicados [Duane, 1965]. Otro trabajo posterior, con resultados positivos, fue publicado en 1974 en Nature [Targ, 1974]. Así mismo, se publicaron más de una decena de experimentos utilizando protocolos similares, incluidos estudios realizados mediante técnicas de resonancia magnética nuclear funcional (RMNf). [Standish, 2003][Richards, 2005][Karavasilis, 2018][Kauffman y Radin, 2021]

Los físicos usan el término entrelazamiento cuántico (entrelazamiento de estados cuánticos) como el fenómeno por el cual una partícula «allí» está correlacionada con una partícula «aquí», formando ambas un único sistema no-local, sin importar lo lejos que estén, en realidad esto conformaría un “campo de información” (que podría ser de tipo cuántico a modo de una Teoría Cuántica de Campos TCC); aunque esta descripción choque con nuestra concepción de lo habitual.

Una teoría cuántica de campos (TCC) usa un conjunto de reglas que explican cómo las mediciones en un punto de un campo se relacionan (o se correlacionan) con las mediciones tomadas en otro punto. Una TCC se obtiene tomando como base a la Mecánica Cuántica. La nueva teoría incorpora a la Teoría Especial de la Relatividad y otras (como la Electrodinámica Clásica, la Física del Estado Sólido, etc.) (Ver apartado de Campos cuánticos)

De alguna forma, el radiestesista consigue, después de mucha práctica (desarrollo de sensibilidad e intuición), percibir algún tipo de “campo cuántico de información” (con su bosón correspondiente), probablemente con la mediación de células nerviosas (neuronas y células gliales), lo que le conferiría una capacidad de discriminación de determinados aspectos del campo, característicos de los diferentes tipos de materia, aunque no estén a la vista.

Así mismo, otro enfoque complementario a lo anterior, también desde la mecánica cuántica, podría ser que la radiestesia (tele-radiestesia), y en general la PES, al ser de naturaleza no-local implicaría un determinado grado de entrelazamiento cuántico macroscópico (probablemente a nivel de grupos moleculares) entre el sujeto perceptor (gran parte a nivel inconsciente) y lo percibido. Ver apartados de No-Localidad y Entrelazamiento macroscópico.